"Universidad en clave de género"
"La universidad y la investigación/acción en el territorio"
"Imaginarios (y) conurbanos. Derivas territoriales"
"Sentidos sobre la enseñanza en la UNPAZ"
Formas de apropiación del lenguaje: lenguaje y sociedad
Formas de apropiación del lenguaje: lenguaje y sociedad
El lenguaje propio es un lenguaje apropiado. Como nadie nace hablando, lo propio del lenguaje es ser ajeno. En el modo de apropiación es que se puede hacer algo repetible. La apropiación del lenguaje, nuestro bien social por excelencia, es lo que nos hace únicos, propios. (Mileo, Eduardo. “La apropiación del lenguaje”).
Introducción
Hasta los años cincuenta del siglo XX se dio una tendencia a la estandarización y al monolingüismo que se cultivó, especialmente, a través del sistema escolar. Esta tendencia se fue corrigiendo en los años sesenta debido al mejor conocimiento de sociedades con una gran complejidad de lenguas y de dialectos, así como a los flujos de población entre países y continentes. La sociología del lenguaje fue una respuesta intelectual a esta nueva interpretación de las lenguas en la sociedad, y los estudios derivados de ella han contribuido a la creación de nuevas políticas de actuación en respuesta a la diversidad.
Para quienes estudiamos los usos del lenguaje y las estructuras sociales en las cuales viven y se desenvuelven los usuarios de la lengua, es necesario conocer la apropiación de algunas palabras y construcciones lingüísticas que las trabajadoras sexuales hacen. Según leemos en Jorge Jinkis, “la sexualidad humana se estructura en el sujeto parlante, a lo que le hace la sexualidad a un cuerpo que habla, lo que le hace la lengua a un cuerpo sexuado” (Apud A.Peryra, 21).
Para llevar a cabo esta tarea, entrevistamos a Nina León, una trabajadora sexual, escritora e integrante de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR). En esta entrevista indagamos sobre los usos del lenguaje, las palabras y las construcciones lingüísticas en torno a la prostitución, así como los significados asociados.
En particular, analizamos el uso del lenguaje que las trabajadoras sexuales emplean para referirse al sexo pago, también estudiamos su expresividad, intención y significados. En ese recorrido, hacemos un repaso a las palabras más utilizadas para denominar a las personas que ejercen la prostitución, las personas que pagan por sexo, y otros actores sociales y términos implicados en esta actividad.
Comencemos.
Entrevistadora: ¿Te querés presentar?
NL: Bueno, mi nombre es Nina León, soy trabajadora sexual hace siete años en la modalidad de internet. Formo parte también del sindicato de Trabajadores y Trabajadoras Sexuales de Argentina, y me dedico también a la escritura, entre otras cosas.
Entrevistadora: Entre otras cosas, en nuestra búsqueda dentro del proyecto de investigación, estábamos interesadas en conocer qué usos de determinadas palabras dentro del trabajo sexual podían tener alguna distinción entre lo que capaz que nosotras podríamos entender. ¿Cómo se usan esas palabras y lo que en tu trabajo puede significar, por ejemplo, la palabra “puta”?
NL: La palabra puta es una palabra que, en este momento, sí está siendo bastante aceptada. Por lo menos, por quienes conformamos el sindicato, que, -a propósito, en lo que leíamos anteriormente-, vos decías “AMMAR” y, si bien, sí surgió con ese nombre Asociación de Mujeres Meretrices; con el paso de los años, se fueron sumando otros géneros, no solamente mujeres. Y eso hizo que empezáramos a denominarlo más como sindicato de trabajadores y trabajadoras sexuales, para que nos englobe a todes. Pero bueno, antes, cuando recién surgió el sindicato, hace 28 años, no estaba en la concepción el realzar la palabra “puta”. Eso viene más con el auge del feminismo popular del 2015 para acá, cómo empezar a darle mayor relevancia.
Porque, también fue un momento en que empezamos nuevamente a copar espacios que se habían dejado de lado. Espacios, mujeres y disidencias de distintos feminismos que por ahí no representaban tanto, sobre todo a mis compañeras de esos momentos, que venían más de las clases populares y que se sentían sumamente excluidas de esas discusiones feministas donde muchas veces en vez de poder plantear problemáticas que tenían que ver con el trabajo sexual, tenían que estar fumándose quizá agendas de temáticas que no eran las nuestras. Entonces, en esas discusiones también costaba bastante presentarse una como “puta” directamente. Y, a partir de ese auge del feminismo popular, donde también las negras, las tortas, las gordas empiezan a auto percibirse y a nombrarse hacia el afuera. De esos modos, también las putas empezamos a entender la necesidad de quitarle, quizá, lo peyorativo a la palabra, que deje de ser un insulto y que nos hagamos cargo también de decir: sí, somos putas y sin derechos laborales.
Entonces, esa palabra creo que ahora no la considero igual que toda la sociedad, porque existe el sindicato hace 28 años y porque en los últimos, por lo menos ocho o diez años, estemos avanzando mucho más en la discusión. No creemos que toda la sociedad lo vea de ese modo, pero sí vamos viendo cómo se sensibiliza un poco más respecto al lenguaje y, por lo menos, ir prestándole atención a cuando uno insulta con el “hijo de puta” o cuando te gritan por la calle “puta”, como a modo de desprecio o de querer humillarte que, aunque una también pueda sentirse empoderada y darse vuelta y contestar: “sí, a toda honra. Y cobro tanto…” Como ponerle ahí la fortaleza a la palabra.
Entrevistadora: Entonces ¿podríamos también pensar en la palabra trabajador, trabajadora sexual también con otro uso?
NL: Sí, tiene una cuestión histórica que, yo, en realidad nunca me memorizo bien, de dónde viene la cosa. Después les puedo buscar bien la info para pasarles también, pero hubo una trabajadora sexual que no es de acá, que fue la que utilizó ese término. Creo que, en los años 60, para poder formar parte de una discusión política que había en determinada reunión de trabajadores y trabajadoras y ella no podía formar parte porque era meretriz, prostituta porque se denominaba de otro modo, dijo: “ah, ok, para formar parte tengo que…, bueno, entonces, yo soy trabajadora sexual”. Y a partir de ella es que también empieza a propagarse la idea de decir: “sí, somos trabajadoras sexuales”.
Entrevistadora: También, en tu explicación, rodeábamos la palabra prostituta.
NL: Sí, también es una palabra que muchas trabajadoras sexuales la pueden tomar, así como desde un lugar medio, “no, prostituta”, no como trabajadora sexual. O bueno, por ahí están las compañeras que se auto perciben, ni siquiera trabajadoras sexuales, sino escort, como una cuestión más VIP, como una cuestión como más de “target alto”, por así decirlo.
Pero, en nuestro caso, ¡quienes estamos más actives quizás ahí en AMMAR a ese tiempo decimos: “sí, trabajadora sexual, puta, prostituta, escort es todo lo mismo. Pero, si entendemos que incluso hay compañeras que venden contenido erótico o pornográfico, pero no se auto perciben tampoco ni trabajadoras sexuales, ni escort, ni nada. viste es como “no sólo vendo contenido” y es como bueno, esa es una de las tantas tareas que ejercemos las trabajadoras sexuales también.
Entrevistadora: ¿Te referís, por ejemplo, a esas nuevas aplicaciones donde hablan, muestran fotos?
NL: Sí, o mismo por las redes. Hay un montón de actrices, un montón de vedettes, que no lo dicen abiertamente.
Entrevistadora: Porque no se autodenominan putas.
NL: Totalmente, ni prostitutas, ni trabajadoras sexuales. De hecho, hace poco yo veía una entrevista que le hacía Julio Leiva, en “La Caja Negra”, a Mica Tinelli y ella vende por Onlyfans. Sin embargo, no se considera ni a palos trabajadora sexual y, de hecho, hasta genera con su discurso en esa entrevista algo como un poco moralista respecto al trabajo sexual. Y yo decía, pero si haces exactamente lo mismo que una trabajadora sexual.
Entrevistadora: Y por ahí, creo que está solapado el tema de: ¿a qué se llama trabajo sexual?
NL: Sí, un poco. Y por otro lado, tiene que ver meramente con una cuestión moral, con una cuestión de que el trabajo sexual, en el imaginario social, sigue siendo algo que hacen las escorias,que están debajo de las alfombras, y que se sigue dando como en todo, un marco muy hipócrita. Hace poco hablaba con un cliente de eso, porque había formado parte de un evento artístico con su arte y, yo le decía: “para mí sería increíble contar en redes, así como hago relatos donde cuento intimidades para sensibilizar, también respecto a mi trabajo y que el afuera humanice, simplemente, los tejidos que se generan también en esos lazos que sean dentro del trabajo sexual”.
Yo le decía: “hubiera sido muy interesante mostrar que yo te conozco a vos desde este lugar de cliente, y que ese cliente fue el que me enseñó tal tema; que yo me animé a contarlo y que vos lo tocaste ahí, y toda esa familiaridad que te genera respecto a su presencia en mi vida fuera de un encuentro”. Porque esto tenía que ver ya con su presencia en un evento artístico mío, digamos, y yo le decía: “qué interesante hubiera sido poder contarle a la gente -porque después del evento yo siempre hago un resumen de a quiénes conocí, en qué contextos y demás-, y hubiera sido interesante contar que nosotros nos conocemos porque vos me contrataste, qué sé yo.”
Entrevistadora: porque él es tu cliente, porque él paga, paga por tus servicios sexuales.
NL: Claro, nos vemos todos los meses hace años. Yo sabía que le gusta tocar y a la vez me enseñaba. Me enseñó un tema que a mí me gusta mucho y, a la vez, se dio para que ensayemos y que lo hagamos juntos en ese evento. Y la gente que fue no sabe quiénes son mis clientes y capaz que la mitad del equipo artístico es clientela mía. Sucede mucho más en el cotidiano de lo que la gente cree. Y está buenísimo porque es también una manera de decir: “mi clienta o mi cliente puede ser tu vieja, tu viejo, tu hermano, tu hermana, tu primo o tu prima”. Es más común de lo que parece. Pero fuera de eso, a mí me daba mucha gracia la reacción de él; de ponerse nervioso cuando yo le dije esto y “mirá, no te preocupes, no lo voy a hacer, lo voy a ficcionar en algún capítulo del libro, porque obviamente que me parece súper importante que cuando pasan esas cosas con clientes y clientas, no sos el primero con el que pasa. No te preocupes, si contara tu caso en realidad puedo estar contando cinco casos iguales”. Porque ya he tenido muchos clientes y clientas dentro de mis eventos artísticos y él se quedaba, así como duro, y le dije: “Pero más allá de eso, la pregunta es ¿qué es lo que a vos te genera?”
Porque es hipócrita, le digo, porque vos me estás llamando todos los meses y me estás llamando cada vez más seguido, de hecho, porque me decís que yo soy como tu bálsamo y yo lo sé, yo sé que soy tu bálsamo. Sin embargo, hay algo que tiene que ver con tu propia hipocresía de decir lo mismo que me da calma es lo que me puede generar tensión si públicamente esto se supiera. ¿Qué genera en tu vida?, no sé, que tus hijas se enteren, que tu familia se entere que vos contratas servicios sexuales ¿Y qué sucede con eso? ¿Te baja a vos la valoración como ser humano porque contrata servicios sexuales?...
Y él se quedó como tieso ahí, mudo, pensando. Y claro, fue muy concreta también la intervención y me dijo: “sí, sabes que sí, que viene por ahí la cosa que quizás yo siento, que me reduce como un ser humano". Y yo le digo y tiene lógica eso, porque no es algo que vos lo pensás de onda, nada más tiene que ver con todo un lenguaje que se genera en torno a nuestros clientes y clientas, que tiene que ver con lo peyorativo, con el discriminar también a la persona que contrata un servicio sexual por el motivo que sea que contrate; cada uno va a hacer con su dinero lo que quiera también. Y es como ¿por qué hay que obligar a la persona a vincularse sexual o afectivamente con la gente solamente de una manera? Está muy estipulado también eso. Entonces yo le decía: “tiene lógica tu temor. Porque, en realidad, viene de toda esa construcción previa donde la sociedad no solamente discrimina y estigmatiza a la trabajadora sexual, sino a todo su entorno y todo su entorno también tiene que ver con los clientes. Entonces si a nosotras nos bajan el valor humano, todo lo que nos rodea también va a tener un valor humano inferior. Y ni que hablar quienes promueven que nuestro trabajo siga existiendo, que en este caso son los clientes y clientas; lo capitalizaré igual en mi libro de otro modo.”
Entrevistadora: Y, ¿podríamos pensar en otras palabras que también sean sinónimo de cliente?
NL: Y yo no sé si soy buen parámetro para esto, porque en realidad para mí mis clientes ya son como clientes y clientas. Tengo muchos clientes y clientas que son un real tejido, tejido pleno y hermanes. Y yo les sigo cobrando, pero tenemos ese vínculo de hermandad, entonces es como que…
Entrevistadora: Y a pesar de ese vínculo que ha generado tus otras relaciones, por ejemplo, podrías hacer un distingo o, por ejemplo, no sé, esto que yo te nombraba antes decíamos: ¿a quién le puedo llamar chongo? ¿A quién le puedo llamar novio o novia?
NL: Es como que, en general, entre las trabajadoras sexuales nos manejamos muy por cliente o clienta, eso es como algo muy fijo que además distingue. Viste como de todas las otras etiquetas vinculares que podemos tener con eso, un chongo, una chonga.
Entrevistadora: ¿Qué sería un chongo o una chonga?
NL: Y chongo es el chabón con el que te ves cada tanto y gratis; casi que después decís encima le hubiera cobrado, pero chongo entra más, me parece, como en la gratuidad. Creo que se distingue bastante. Yo particularmente nunca tomé, así como chongo o chonga. Sí me he enamorado de un cliente en estos siete años, y ahí cambió el rótulo, digamos, dejó de ser cliente. No éramos nada, igual era una cosa, así como medio caballito de mar que no se distinguía bien.
Entrevistadora: ¿Y ahí podés separar otra de las palabras que te nombraba antes, esto de coger por placer o coger por dinero? ¿Ahí podés separar?
NL: Y no, porque vos podés coger cobrando con mucho placer y podés coger gratis con muy poco placer. De hecho, a mí me pasó muchísimo eso, porque siento que hay un montón de cosas muy claras dentro del trabajo sexual que después en la construcción vincular con alguien a quien veo gratis, me cuesta más. Es tema de terapia, viste. Pero no se trabaja por placer, en general, o sea se trabaja porque hay que pagar las cuentas, no más. Después, podés sí tener un montón de trabajo en el que hay momentos que te genera placer.
Bueno, yo dentro del trabajo sexual trato de realmente armarme. Si son 60 minutos que tengo que ver a la persona, trato de que 45 o 50, por lo menos, sean sumamente disfrutables y vemos los otros días y cómo lo regulamos. O pueden ser los 60 minutos, de una, pero el placer asociado a la cuestión laboral me parece que es como algo medio fantasma, en un sistema que ya de por sí te obliga a tener que trabajar para poder subsistir. No da tanto la ecuación de mechar la palabra placer con lo laboral. Sí, después, hay gente afortunadisima, que son uno en miles, que cada tanto sí ganan una fortuna y aman lo que hacen. Pero no creo tampoco que disfruten al 100 todo lo que hacen; todo lo que producen. Siempre hay una parte que te genera un rechazo o un tener que aprender a lidiar con determinada cosa. Y bueno, las trabajadoras sexuales también, no estamos exentas de eso, pero lo gratis a veces no viene ni a palos con placer.
Entrevistadora: Y creo que también hay cierta fantasía, ¿no? Esto es pago, y esto es gratis. Y si es gratis, necesariamente debería ser con placer.
NL: Y, además, también me parece que se pierde de vista que, justamente, no dejamos de ser seres humanos sociales que, sea el trabajo que sea, por más que sea un poco más solitario que otros, que por ahí deben tener que estar con más gente articulando, en el día a día. Una está desarrollando su capacidad de comunicación constantemente para lo que sea que haya que hacer laboralmente. Y eso es un arte... o, mejor dicho, empecé a ver la vida como un trabajo directamente en el que, cada tanto, voy a recibir una remuneración económica, cada tanto, va a ser gratuita, cada tanto, la abundancia va a venir desde otros lugares que no sean papel, que es lo que estipula este sistema en el que me desarrollo.
Pero siento que la vida es un trabajo en sí. Entonces, cuando empiezo a ver así a la vida, también empiezo a distinguir que el trabajo sexual, la poesía, el estar ahora con la imprenta, el ir a leer a un evento, el armar una fecha propia o lo que sea que haga, va también a estar en cierto modo relacionado a que yo me vincule con personas que van a llegar desde todos esos frentes y con las cuales yo tengo que poner en marcha mi comunicación y mi trabajo. Es que esa comunicación sea con escucha, cada vez con más atención, cada vez con más reciprocidad, cada vez con más profundidad. Para mí son cuatro claves que me hacen laburar todo el día 24/7 con quien sea que yo me tenga que vincular, más allá de la etiqueta, más allá de si es cliente o clienta, chonga, chongo, hija, amiga, mamá, papá, quien sea. Y el lenguaje ahí es trascendental porque no importa con qué lenguaje vos vengas, importa cuánto corazón utilizás para para ese lenguaje, para ir desarrollándolo (...), la importancia de esa acción tan concreta que, se ve en los pueblos originarios de Percibo esté como ves la cosa tilinga están hablando verborragicamente, como suele pasar sobretodo acá en Buenos Aires, tanta parla para no decir nada. Bueno, yo creo que eso es un ejercicio también de todos los frentes de los que una habita, de cómo elige ir desarrollando su lenguaje.
Entrevistadora: Me parece que va unido a esto que nos estás contando, esto de que sos poeta, ¿cómo se relaciona el mundo del trabajo sexual con tu tarea en el taller de escritura, en la poesía?
NL: Y esto está, como todo, muy unido en realidad, porque yo escribo desde muy chiquita, pero afiancé o elegí, mejor dicho, que quería dedicarme a eso desde grande y fue más o menos bastante cercana esa decisión al momento en que yo iba a comenzar a ejercer el trabajo sexual. Entonces, siento que el trabajo sexual me posibilitó, una vez que comencé a ejercerlo, poder pagarme determinadas formaciones en determinados lugares para profundizar mi vínculo con la escritura y, a la vez, mi escritura se potenció a partir del trabajo sexual porque había una carga muy erótica en mi contenido, que yo no me hacía cargo porque físicamente me producía mucho rechazo y vergüenza. Y el trabajo sexual me trajo tanta información respecto a mi vínculo con mi propio cuerpo y a mi vínculo con la historia de cómo yo crecí y me desarrollé respecto a mi sexualidad. Me trajo un montón de información, sumado a la información de las historias de otros cuerpos, y todo eso yo lo empecé a volcar a la escritura; entonces es como que se fueron cruzando automáticamente. Y los talleres de escritura que llegaron más o menos tres años después, que yo dije: “che, tengo un montón de herramientas que querría compartir, a ver qué le sucede a la gente con estas herramientas que a mí también me fueron dadas en determinados momentos”. Y así como a mí me hizo bien la escritura y me generó un hospital, un botiquín, no sé, como una rueda de auxilio, un puente para la catarsis. Cuando se me cantara yo también quería entregarle eso a las personas que quisieran acercarse, y el taller de escritura, un tiempo después, lo empecé a llamar “Cómo percibir para escribir”, porque antes se llamaba de otras maneras y nunca me terminaba de convencer; en un momento era sexualidad y tarot, porque también me gustan las cosas esotéricas, entonces iba mechando. Pasó por distintos nombres hasta que dije: “yo, en realidad, lo que quiero enseñar en mi taller es a percibir para escribir”. Más allá de cuánto vos escribas, de qué género vos desarrolles, de qué te guste más, de si sos re leído o nada leído. A mí lo que me interesa es que vos percibas y escribas, y a partir de eso ¿qué hay que hacer? y poner el cuerpo a disposición de esa percepción, de ese desarrollo de percepciones.
Y ahí le encontré sentido, unifiqué todas las partes, porque hay algo que tiene que ver con si hay alguna que otras datas teóricas, que las comparto en los talleres, porque me parece piola. Porque a mí me llegaron, y me generaron un cambio en mi propia literatura. Pero hay otras que tienen que ver pura y exclusivamente con la “universidad de los cuerpos” y esa universidad de los cuerpos, solamente uno y una y une es quien la habita desde que nació hasta acá, con su historia, con sus traumas, con su bagaje, con todo lo que uno posee. Y eso me parece lo más relevante, sin lugar a dudas; es la valijita con el contenido de cada une. Es la información que está dentro del templo de cada uno. Y ahí entendí que en realidad hay una escritura muy física que se genera a partir de los talleres, porque bueno, uno irremediablemente tiene que conectarse con toda esa información y, previamente, hacer cosas para que esa conexión llegue o para que desbloqueen emociones, recuerdos, situaciones que estaban metidas bajo la alfombra y, ahora que las sacaste, ocupate y aprovechá que vas a terapia y llevala también. Y mucha cosa de desarrollo personal que fui viendo. Así que se fue generando y digo “wow, bien”, porque esto es lo que a mí me generó la escritura también. ¡Ahh el lenguaje qué lindo es! ¡Qué lindo es el lenguaje!
Palabras finales
Para analizar la entrevista realizada partiremos de la siguiente reflexión de Roland Barthes en Lección inaugural en 1977: “Aquel objeto en el que se inscribe en el poder desde toda la eternidad humana es el lenguaje (...) El lenguaje es una legislación, la lengua es su código. No vemos el poder que hay en la lengua porque olvidamos que toda lengua es una clasificación, y que toda clasificación es opresiva” (PP.18).
Nuestro proyecto de investigación tiene uno de sus ejes en la democratización del discurso jurídico. Entonces, nos parece pertinente abordar la complejidad del trabajo sexual y los discursos que lo rodean: la voz de quienes ejercen este trabajo, las voces en contra de la práctica, el discurso jurídico, el discurso moral y, el discurso académico.
Traer el testimonio de Nina como trabajadora sexual y también como poeta, a la academia es el primer paso de un camino de reflexión. Si nos preocupa democratizar la palabra como eje de transformación social, es fundamental escuchar a las personas que protagonizan, siguiendo a Barthes, esta práctica significante.
¿Cómo nombrar aquello que fue históricamente estigmatizado y/o silenciado? Águeda Pereyra afirma que es ilusorio pensar que podemos acceder a mayores niveles de igualdad por el hecho de nombrar de un modo y otro a los agentes que participan de una relación estructuralmente desigual (47).
Nina explica con mucha claridad como el uso de ciertos términos como “trabajadora sexual” o “puta” son el resultado de un camino de idas y vueltas sociales, culturales y políticas. Ella habla de desarrollar capacidades comunicativas cargadas de escucha, atención, profundidad y reciprocidad.
La humanidad está dotada de un lenguaje simbólico, que nos distingue de otros mamíferos. Entonces, la incidencia del lenguaje en toda práctica humana transparenta una relación de poder. Nuestro objetivo como investigadoras no es, de ninguna forma, obturar la discusión sino ocupar el rol del analista “que no solo debe situarse en su época conociendo el espiral de su tiempo, sino que opera a modo de intérprete en la discordia del lenguaje” (Pereyra 127).
Nos sumamos a la afirmación de Nina “¡Qué lindo es el lenguaje!”. Agregamos que es heterogéneo, complejo, normativo. En ese marco pensamos que un paso hacia la democratización de la palabra y la transformación social es no dar el uso de la lengua como algo “dado” sino problematizar, y así desarrollar una discursividad atenta, profunda, recíproca y dinámica.
Bibliografía
Barthes, Roland (2003) en El placer del texto y Lección inaugural. Siglo XXI: Buenos Aires.
Mileo, Eduardo (11/7/2011). La apropiación del lenguaje. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-22254-2011-07-11.html
Pereyra, Águeda (2021) en Putas: erotismo y mercado. Síncopa: Buenos Aires.
Cerrar