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Día 42

Intentamos no caer, no engordar, entretenernos, aprender. Intentamos. Sobrevivimos en una casa con streaming, memes, comida, sueldo y afectos. Vivimos sin violencia en casa pero con violencia e individualismo de vecinos que no quieren una salida colectiva y están contentos con la Gendarmería a caballos por el barrio aledaño a Campo de Mayo . No importa si el de al lado no tiene ingresos ni cómo estará la familia que pide en el tren, ¿para qué? si son pobres porque quieren. En cuarentena las madres destetamos y despañalamos, tenemos tiempo, pues todo lo que tenga que ver con el crecimiento de las infancias está condicionado al tiempo capitalista que nos estructura y organiza la vida.

La contaminación y los delitos disminuyeron, los accidentes de tránsito no ocurren, el planeta descansa; en cambio, los femicidios aumentan y el maltrato infantil está al alcance de la mano. La pandemia enseña que las desigualdades son más profundas de lo que creíamos. Llegó para que, quizás, no seamos lxs mismos. Algunxs tendremos más conciencia sobre los privilegios, otros seguirán en sus casas frente a la televisión y olvidarán que en pandemia exigían solidaridad. Se distraerán con la farándula o volverán a pedirle a la expresidenta que devuelva el PBI que se robó. Mas la pobreza estructural, las escuelas, los centros comunitarios, las madres y la carga mental de cumplir con la heteronorma, el personal de salud y lxs trabajadores seguiremos igual, resistiendo. Porque intentando vivir sobrevivimos y resistimos, porque en la resistencia está nuestra victoria.

Día 130

La cuarentena sin fin pasó todas las etapas. Mientras estoy escribiendo y extrañando alguna marcha, recuerdo que se realizaron algunas diciendo que la pandemia no existe. ¡Qué irónico!, si hace poco un viejo amigo murió a causa del Covid.

En mi barrio hay muchas ollas populares hace dos meses y así como aumentaron las ollas, aumentaron los casos positivos.

La violencia no se queda atrás, el odio puede más. Barras bravas, policías y vecinos en unidad contra los más débiles. La gente sigue sin entenderlo y están siendo victimarios de quienes menos tienen. Los pibes no nacen chorros, a los pibes los hacen chorros cuando los excluyen. Sin embargo, los excluídos se sienten algo parte cuando con el IFE o la tarjeta alimentar van al supermercado y pueden comprar yogur y galletitas para sus hijos. Pero ahí, en ese momento de las compras mientras los miran mal el resto de los consumidores, puedo ver parte de la justicia social que reciben y no podemos dejar de defender. Así vuelvo a mi casa contenta, sabiendo que ese día, un niño o una niña va a ser feliz.

Tópico: Familia y afectos

Las hamacas que esperan a las familias, a los amigos y amigas, a los juegos y a la imaginación.
Plaza San Martín del Barrio Mattaldi, Bella Vista.

Brenda Almeida