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Comenzaron las clases de la Diplomatura Superior en la Enseñanza de Estudiantes con Sordoceguera

Autoridades de la UNPAZ dieron inicio a la Diplomatura Superior en la Enseñanza de Estudiantes con Sordoceguera, tramo formativo dirigido a docentes y directivos de establecimientos de educación especial, llevado adelante por la Universidad y el Instituto Superior de Formación Docente N°112 de San Miguel.

Esta diplomatura propone dar respuesta a la necesidad de formación docente con respecto a la enseñanza de personas con sordoceguera y garantizar así el derecho universal y humano a la educación de todas y todos.

En un acto celebrado en el salón auditorio de la Universidad, la vicerrectora Silvia Storino;  la directora de los profesorados en Educación Especial Marcela Terry; la directora del Instituto Superior de Formación Docente 112 (San Miguel), Verónica Urquiza, y las coordinadoras de las orientaciones de los profesorados en Educación Especial, Anabel Perret Venzzani y Delia Góngora y dieron la bienvenida a las/os estudiantes.

Por su parte, el rector Darío Kusinsky envió un cálido mensaje a quienes forman parte de esta primera cohorte en el que destacó “el trabajo conjunto entre el sistema educativo no universitario,  la universidad y funcionarias/os de la provincia de Buenos Aires para la detección de áreas de vacancia en la formación y, en consecuencia, la capacidad para generar  propuestas académicas que permitan resolver problemas de nuestras comunidades”.

“Trabajamos para tener un sistema educativo ampliado en el que las/os profesoras/es -como ustedes que están hoy sentadas/os aquí- fortalezcan sus prácticas de enseñanza para poder incluir a más personas en el ejercicio del derecho a la educación”, añadió el rector.

En este sentido, Verónica Urquiza señaló que esta diplomatura “permite enriquecer y fortalecer a nuestras y nuestros docentes para que como garantes del derecho a la educación puedan hacer su trabajo de la mejor manera posible en vínculo con los niños y las niñas que acompañan a lo largo de algún momento de su trayectoria escolar”.

Marcela Terry, entre tanto, se sumó a los agradecimientos a quienes hicieron posible que esta propuesta académica se encuentre en funcionamiento y señaló que “esta diplomatura que hoy inicia tiene un sentido muy particular para nosotras porque tanto el profesorado como ahora la diplomatura pueden ofrecer soluciones al territorio,  a las escuelas y a la población de la región”.

La vicerrectora por su parte destacó que “es una enorme alegría poder iniciar esta propuesta para nosotros que somos parte del sistema universitario argentino y compartimos este proyecto con un instituto de formación docente que es parte del sistema formador; esos sistemas deben funcionar en forma vinculada,  cada uno con su tradición, sus aportes y sus experiencias”.

“Este postítulo abre las puertas para que quienes trabajan en las aulas,  en la Universidad o en los Institutos puedan hacerlo colectivamente, entendiendo que la enseñanza no es mágica ni  es patrimonio de gurúes,  es una práctica social históricamente situada hecha por gente que piensa y que ama lo que hace y por sobre todo ama a quienes enseña”, resaltó.

Storino ofreció una reflexión sobre los 40 años de la recuperación de la democracia, ocasión en la que “la pregunta por la igualdad es muy importante”, afirmó.

“Quienes han pensado en cómo se construye igualdad en general sostienen que la sociedad se vuelve más igualitaria cuanto mejor distribuye lo que tiene y distribuir puede querer decir ingreso y también conocimiento; ahora bien la distribución no alcanza para generar igualdad porque todos somos en algún sentido bastante distintos y necesitamos ser reconocidos en esa singularidad”.

“El feminismo nos hizo pensar que a la política de distribución hay que complementarla con la política de reconocimiento,  no hay verdadera igualdad si no se distribuye,  pero tampoco hay verdadera igualdad si yo no logro reconocer a todos los que somos singulares de alguna manera”.

“Este postítulo tiene ambas condiciones;  se piensa una enseñanza que se desarrolla en una complejidad -no por los sujetos sino por la enseñanza a los sujetos- y para que esa práctica sea igualitaria tiene que cumplir esas dos premisas: distribuir saberes pero reconocer a los otros”.