En 1813 el gobierno de Buenos Aires ordenó al coronel del recientemente creado Regimiento de Granaderos a Caballo, José Francisco de San Martín, que con una parte de su regimiento protegiese las costas del Paraná desde Zárate hasta Santa Fe, de los ataques de los realistas de Montevideo ya que en octubre del año anterior habían sido cañoneados, asaltados y saqueados los pueblos de San Nicolás y San Pedro.

San Martín llegó al convento de San Carlos, en San Lorenzo, en la noche del día 2 de febrero. Pocos momentos después de las cinco de la mañana, San Martín se puso al frente de sus granaderos y arengó a quienes por primera vez iba a conducir a la pelea. Después de esto, tomó el mando del 2º escuadrón y dio el del 1º al capitán Justo Bermúdez. Los enemigos que desembarcaron en las barrancas cercanas a San Lorenzo eran unos 250 hombres y traían dos piezas de artillería al centro. En aquel instante los Granaderos a caballo salieron por derecha e izquierda del monasterio, sable en mano y tocando a degüello. San Martín llevaba el ataque por la izquierda y el capitán Justo Bermúdez por la derecha. La victoria se consumó en menos de un cuarto de hora. Los españoles, desconcertados y deshechos por el doble y brusco ataque, abandonaron en el campo su artillería, y se replegaron haciendo resistencia sobre el borde de la barranca. Los granaderos tuvieron veintisiete heridos y quince muertos.

El combate de San Lorenzo, aunque de poca importancia militar, fue de gran trascendencia para la revolución. Pacificó el litoral de los ríos Paraná y Uruguay, dando seguridad a sus poblaciones; mantuvo libre la comunicación con Entre Ríos, que era la base del ejército sitiador de Montevideo; privó a esta plaza del auxilio de víveres para prolongar su resistencia; conservó franco el comercio con el Paraguay, que era una fuente de recursos y, sobre todo, dio un nuevo general a sus ejércitos y a sus armas un nuevo temple. Fue la primera acción militar de José de San Martin en territorio americano, y también su primer victoria.