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DESCUBRIMIENTOS 

En estos días algunes tratan afanosamente de descubrir una vacuna que nos permita descender del Arca de Noé, tras este nuevo diluvio universal. Otres trabajamos  por video llamadas, incrementamos saberes por zoom y hasta nos animamos a acomodar placares, tratando de tirar cosas que vuelven reacomodadas. Revisando cajas de fotos que estaban guardadas muy atrás  en el tiempo, en la memoria y en el  placard, encontré las de los veranos con las amigas adolescentes, la de Bernardo, el del primer beso. ¡Hasta el nombre de aquel chico hoy evoca el olor a naftalina! En la vertiginosa mezcla de imágenes, apareció una bonita fotografía  en blanco y negro, dedicatoria escrita en cursiva con muy linda letra y fechada en octubre de 1942. Mi madre caminaba luminosa,  sonrisa amplia, vaporoso vestido primaveral, rostro juvenil. Más tarde supe a qué se debían la luz y la risa. En el reverso decía: “Mi amor: Te envío tu encantadora figura. Cuando la revelé reviví esa maravillosa tarde. Reíamos, dichosos y enamorados. Por mi insensatez, vuelvo a pedir que me perdones. Deseo verte, darte tus otras fotos y  juntos compartir muchos días de felicidad. Te espero con ansias”.  Firmaba: “El rey que rabió”.

¡Tal descubrimiento produjo un vendaval de cavilaciones y sentimientos! Comprendiendo que mi padre aún no la había conocido y que yo había nacido 6 años después, inquirí telefónicamente a la prima de mamá. Isabel, con sus “encuarentenados 89 años, fingió no saber nada . ¡Cómo si fuera a traicionar a mi madre, muerta hace años!. Ante mi insistencia, contó que aquel novio era tan buen fotógrafo como celoso y arrogante,  que ella lo había dejado sin rescatar nunca las fotos de aquel día.  Con  picardía agregó: “ Marina era muy linda y tenía varios pretendientes, pero se casó con el mejor, un tal Alberto, fueron felices y comieron perdices . Conocés bien a ese hombre. No pregunté nada más. Sólo tenía importancia haberlos recuperado así, juntos y protectores, en el recuerdo de la infancia.

Inesperadamente, como llegó el virus, estos días se llenaron de sol. Una vez más en nuestra tierra,  la esperanza ganará una partida al dolor.

 

María Ester García