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Hace unos días en alguna red social preguntaban ¿Qué aprendiste en cuarentena? Las cosas más simples y las más descabelladas aparecieron y entonces pensé que aprendí yo en cuarentena. Y me día cuenta que la cuarentena me enseño a extrañar, sí a extrañar de una forma nueva, diferente.

Extraño el olorcito de la casa de mi mamá, extraño su voz a pesar de que hablamos por teléfono todos los días. Extraño las cenas con mis amigos del alma, esas que tardamos muchos días en organizar pero que cuando lo logramos las disfrutamos a full. Extraño pisar las hojas secas en otoño con mis hijas, nos encanta escuchar el ruido. Extraño los abrazos apretados que les doy a mis sobrinos, esos que no terminan nunca y ellos se aguantan siempre con alguna protesta. Extraño salir porque sí y volver a salir porque me olvidé de algo o simplemente porque sí.

Extraño salir corriendo a darle una mano a mi hermana, porque está algo complicada, porque le tocó difícil esta cuarentena. Extraño las reuniones familiares esas donde se habla fuerte y se come mucho y se quiere mucho más todavía. Extraño a mis Amigas aunque seguimos trabajando y creciendo juntas, nos vemos por Zoom y nos seguimos conectando profundamente sin tener ninguna tecnología de por medio.

Extraño las charlas, mate o café de por medio, con mis compañeros de la UNPAZ hablando a veces de temas académicos y casi siempre de cosas no tan académicas.

Extraño trabajar en el hospital sin doble barbijo, sin máscara facial, extraño tanto poder darle la mano a los pacientes para que no se sientan tan solos en un ambiente tan limpio y frío como mis queridos quirófanos. Extraño recorrer sin distancia y tantos cuidados los pasillos del hospital como lo hago hace veintitantos años, y charlar con mis compañeros de las cosas de la vida, las simples

En la cuarentena aprendía a extrañar. Aprendí a guardar todos los abrazos que quise dar en estos ciento y tantos días, aprendí que se pueden festejar los cumples todos juntos, aprendí a querer fuerte a la distancia, a charlar prestando atención a lo que al otro le pasa, aprendí que me encanta ser instrumentadora por lo que puedo hacer por los demás a pesar del COVID, aprendí lo genial que es ver a los ojos a mis estudiantes para medir lo que les pasa y cuando es el momento de darles un recreo. Aprendí y espero seguir aprendiendo siempre

Mariel Giménez